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domingo, 27 de noviembre de 2022

La complejidad del ser humano.

Hoy, amanecí pensando en cuán complicadas pueden ser las relaciones humanas, cuando no recibimos lo que necesitamos, de nuestros padres, en los primeros años de nuestra vida.  Además, en qué medida y de qué manera puede, esto, afectarnos. 

La forma en que nuestros progenitores se relacionaron con nosotros será, sin duda, la manera en que nos relacionaremos con los demás en la vida adulta.

   
       


  


No quiero decir que nuestros padres son culpables de nuestros problemas, en realidad ellos hicieron lo mejor que pudieron con los recursos que contaban. Pero tenemos una gran tarea para hacer las reparaciones de nuestros daños o aprender lo que no aprendimos, en su tiempo.

Más adelante, el entorno en el que nos desarrollemos, juega también un papel importante.  Cada persona con la que convivimos: los familiares cercanos, la madrina o padrino, los maestros, los amigos van dejando huella en la personalidad de cada individuo.

      




     

         



Evidentemente todos tenemos un daño, un problema o un trauma que nos hace más complicada la existencia, pero la profundidad de los daños son diferentes en cada persona y la manera en que decidimos vivir, también es distinta.

He visto personas que se refugian en su religión y se esmeran por ser mejores personas. Pero tratan de ignorar sus daños, no los enfrentan.  Logran tener una vida tranquila gracias a su fe y su esfuerzo por hacer el bien. Se enfocan en lo bueno que la vida ofrece y actúan con humildad.




Otras, en cambio, se entregan a su trabajo, se refugian en él. Buscan crecer económicamente para compensar lo infelices que se sienten interiormente.  Basan su felicidad y autoestima en sus logros económicos, pero son incapaces de tener relaciones sanas, porque hacen a un lado esta parte.





También he visto como algunos, no muchos, buscan indagar dentro de sí mismos, buscan ayuda.  Acuden con un psicólogo, leen libros que les ayude a despertar y aprender nuevas formas de pensar y actuar: siembran un nuevo jardín en su mente. Estas personas dedican mucho tiempo a conocerse a sí mismas, a descubrir porque reaccionan de cierta forma, porque les duelen ciertas actitudes o palabras de las personas con las que conviven.  Deciden que trabajar con sus emociones es una tarea que les tomará toda su vida, porque hay mucho que reparar; y pueden ver que no lograrán hacer el cambio que necesitan, en el corto plazo.




Por otro lado, hay quienes desean un gran cambio y quieren ser felices; pero es tan grande el daño que, inconscientemente, crearon una defensa; olvidando gran parte de su niñez o ese tiempo en el que sufrieron mucho y, aunque están en su lucha, no parecen encontrar el camino de la felicidad.  Continúan viviendo una vida miserable y sintiendo una gran frustración o creen que están destinados a vivir así toda su vida.



Por último, quiero mencionar a aquellas personas que deciden ir por la vida lastimando a los demás, que prefieren vivir en la inconsciencia.  Estas personas no pueden tener relaciones sanas y duraderas.  Buscan como compañeros a personas con baja autoestima, necesitan tener a su lado a alguien así para sentirse importantes.  Es tan grande su sentimiento de inferioridad que le destruyen la vida a quienes están a su lado.  Son egoístas, narcisistas y manipuladoras.  No conocen la lealtad y la honestidad. Le destruyen la autoestima a quien se acerca a ellas. 



Estas personas, difícilmente logran hacer un cambio en su comportamiento.  Necesitan vivir un fondo, ya sea una pérdida, una enfermedad grave o un accidente de un ser querido importante o en su persona, para decidirse a hacer un gran cambio en su vida.



Estas personas pueden convertirse en delincuentes o asesinos, porque no tienen remordimientos.  Son incapaces de tomar responsabilidad de sus actos, siempre el culpable es alguien más.  Viven en la inconsciencia.  Precisamente porque el primer paso para la transformación interior es RECONOCER que hay algo INSANO en nosotros, es que estas personas no logran mejorar.





Están por todas partes, podemos tener a alguien así en la familia o como pareja, haciendo daño toda la vida.  En este caso, es sano alejarse. Tomar distancia de ellas es lo mejor y la solución para ser felices.

La decisión es personal, implica enfrentar miedos, abandonar el deseo de salvar y transformar el sentimiento de culpa en AMOR PROPIO.


Y tu, tienes o has tenido cerca de ti, a alguien así? 


Comenta tu experiencia, quizás ayude a alguien que está en esta situación, a tomar una decisión.












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